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¿Cristal o vidrio?

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No es por crear polémica, pero si en lugar de vidrio se usara cristal en la construcción, la industria automotriz, las botellas y contenedores, y todo lo que llamamos «cristalería», todos esos productos nos saldrían en un ojo de la cara. Ahora bien, existen dos diferencias importantes que nos permiten distinguir al cristal del vidrio: su naturaleza u origen y los usos que le damos a cada material de acuerdo con sus características.

¿Cuáles son las diferencias?

Resulta que cristal es el nombre que designa a los cuerpos sólidos cuyas partículas constituyentes —átomos, iones o moléculas— están ordenadas formando un patrón o retícula uniforme. Etimológicamente, viene del latín crystallus; y éste, del griego κρύσταλλος, krístalos, la cual era una variedad del cuarzo que hoy conocemos como cristal de roca.

Existen diversos tipos de cristales: sólidos, líquidos, iónicos, covalentes, moleculares y metálicos, y a todos ellos los estudia la cristalografía. La cuestión con el vidrio es que no se trata de un cristal, sino de un sólido amorfo; por el contrario, el cristal cuenta con una geometría simétrica, compuesta por la unión de partículas dispuestas de forma regular, y sigue determinado patrón que se reproduce en toda su materia y crea una red tridimensional. A la repetición indefinida de estas redes elementales se le llama «estructura cristalina».

Los cristales provienen de elementos minerales que se disuelven en las aguas filtradas por las capas rocosas de la tierra y también se generan durante ciertos procesos de formación de las rocas. Sin embargo, hay materias que son susceptibles a formar cristales; por ejemplo, el agua que, cuando se congela, compone cristales de escarcha o copos de nieve. Entre algunos cristales se encuentran las esmeraldas, los diamantes, la sal de gema, los rubíes, los zafiros, etcétera.

Por otro lado, los que no son piedras preciosas, pero que gozan de una gran popularidad industrial, son los cristales duros como el granate, que se usa para perforar y cortar otras materias; por ejemplo, los granos que tiene el papel de lija son fragmentos de cristal de cuarzo o de granate pegados a una hoja.

Por el contrario, el vidrio es un producto —sintético— solidificado y en estado amorfo, debido a su dispersa composición de partículas; se obtiene a partir de una mezcla de compuestos vitrificantes —como el sílice—, fundentes —como los álcalis— y estabilizantes —como la cal—. Este material no lo encontramos en la naturaleza, sino en objetos fabricados que utilizamos y vemos a diario: ventanas, vitrinas, mesas, vasos, vajillas, focos, floreros, botellas, lentes y muchos otros; incluso existen vidrios de seguridad, fibra de vidrio, vidrio aislante, vidrio inastillable, vidrio soplado y vidrio traslúcido. Por su bajo costo de producción, este material resulta útil y económico para el uso cotidiano; sin embargo, dado que es frágil, suele romperse con facilidad.

A ojo de microscopio

Ahora bien, si para la ciencia la diferencia entre ambos materiales radica en la manera en la que se alinean sus componentes, quizá sea más sencillo entender ésta con el siguiente ejemplo:

Imagine un paquete de espaguetis: tiras de pasta largas y delgadas apiladas, unas con otras, en una sola dirección lineal —un orden respecto a un eje—. Si cada espagueti fuera una molécula, entonces podríamos decir que un grupo de moléculas están ordenadas porque todas están orientadas hacia la misma dirección. A las moléculas que presentan un orden repetitivo a lo largo de sí mismas se les llama materiales cristalinos, y este orden hace que se formen cristales o zonas uniformes. Un ejemplo de ello es el diamante, compuesto de unidades de carbono que adheridas entre sí, forman tetraedros; o el cuarzo, que es óxido de silicio en forma cristalina.

Por otro lado, cuando pones a cocer los mismos espaguetis, al hidratarse se laxan y se ponen flácidos, ligeramente elásticos y, por lo tanto, experimentan cambios de posición y ordenamiento; se vuelve una maraña de espaguetis que miran en todas direcciones. Si cada espagueti siguiera siendo una molécula, se podría decir que las moléculas no están ordenadas unas con otras en ningún eje o, en el mejor de los casos, sólo unas pocas. A esta falta de orden se le conoce como amorficidad; el vidrio es un material amorfo porque las sustancias que lo componen —sílice, óxidos de calcio, aluminio y hierro— no presentan orden. Generalmente los materiales amorfos son traslúcidos o transparentes y la luz puede penetrarlos fácilmente. Por otro lado, los materiales cristalinos tienden a ser opacos porque el mismo ordenamiento hace que la luz no pueda penetrar con facilidad, salvo excepciones como el diamante.

Es interesante cómo, a pesar de llamarle cristal al vidrio, o viceversa, la confusión sólo se queda en el ámbito verbal, pues nunca nos han dado un vaso de cristal por uno de vidrio. Así hay muchas cosas en el mundo que llevan un nombre que no les corresponde de acuerdo con lo que supuestamente aluden.

Antes de escribir este artículo, Antonio Arenas —cuya profesión nada tiene que ver con la cristalografía y, por lo tanto, la omite— no tenía idea de que sus finas copas, que siempre presumía, eran de vidrio y no de cristal, como creía. De cualquier modo, seguirá admirando sus cualidades cristalinas, aunque sepa que de eso sólo tienen el nombre.


Sobre la interpretación de los sueños

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Freud y Jung

El último año del siglo xix —o primero del siglo xx, como quiera vérsele— vio la luz el libro Die TraumdeutungLa interpretación de los sueños—, escrito por Sigmund Freud, el cual sería un parteaguas en nuestras noches y en nuestros días; en él, el doctor austriaco nos confirma lo que nos temíamos: que nuestros sueños no son más que deseos insatisfechos y pulsiones escondidas. De hecho, él sostiene que hay dos caminos para la formación del sueño: una pulsión sofocada y los remanentes diurnos, es decir, el deseo y lo que vivimos el día o los días anteriores. La combinación de ambos resulta en los elementos que a veces encontramos revueltos en el sueño.

Algunas teorías recientes afirman que los sueños no son sino un mero entretenimiento del cerebro mientras el cuerpo descansa.

Por otro lado, el deseo onírico está sujeto a una fuerza interna censora —que luego se conocería como «superyó»—, la cual funciona como un mecanismo de represión que puede eludirse a través de distintos procesos del trabajo del sueño, que actúan sobre el deseo para presentarnos lo que soñamos tal y como lo recordamos. Estos mecanismos son:

  • La condensación: un objeto en el sueño representa distintas asociaciones e ideas.
  • El desplazamiento: el significado emocional de un objeto en el sueño es separado de su objeto real o traspasado a uno completamente distinto.
  • La representación: el pensamiento es trasladado a imágenes.
  • El simbolismo: un símbolo reemplaza una acción, una persona o una idea.

Posteriormente, Jung ahondaría aún más en esta parte del psicoanálisis, al afirmar que los sueños reflejan la riqueza y la complejidad del inconsciente —tanto personal como colectivo— y al sostener que los arquetipos culturales —como la muerte, el alma, la sombra, la madre, etcétera— se manifiestan en los sueños como símbolos, imágenes o figuras.

Largo tiempo soñando

Desde la antigüedad, los sueños se han considerado algo sobrenatural, un medio de comunicación con el más allá o de intervención divina, y no ha habido época ni cultura que se haya escapado de la tentación de saber qué son y qué ocultan. Por eso el tema se ha prestado para la manipulación, la supuesta cura de enfermedades, la transmisión de conocimientos y mensajes y, desde luego, para ver el futuro, como en los sueños premonitorios. Y, de remate, están las pesadillas, que, más allá de lo que vemos, sólo sirven para despertarse a gritos y estar paranoico al día siguiente.

Sueños pop

Por otro lado, si verdaderamente pudiéramos ver el porvenir en un sueño, ¿no sería posible entonces cambiar el futuro? Y si pudiéramos «telepatearnos» los unos con los otros, ¿se arreglarían los conflictos del mundo o se harían peores? Estos cuestionamientos son el resultado de la teoría light de la interpretación de los sueños —o, lo que es lo mismo, descifrar cada quien lo que se le ocurra y como mejor le acomode—. Lo vemos cotidianamente: la cultura popular, el new age, la posmodernidad, el esoterismo y hasta las revistas femeninas recurren a la interpretación de los sueños para «llegar hasta nuestro verdadero yo», y lo hacen de forma pueril y francamente risible.

Para soñar y saber más sobre los sueños, consulta Algarabía 54.

Interpretación de los sueños: Freud y Jung

Los nombres de los meses

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enero, del latín januaris, de Janus, una deidad romana de dos caras: una que ve hacia el pasado, y otra, hacia el futuro.

febrero, febriarium, del latín februare, «limpiar».

marzo, en honor a Marte, dios de la guerra —Ares para los griegos.

abril, aprilis, del latín aperio, que quiere decir «abrir», porque las flores empiezan a abrir en este mes.

mayo, maius, de la deidad romana Maia, y ésta del latín maiores, gente de mayor edad, a la que se celebraría durante este mes.

junio, junius, de la deidad Juno, del latín iunius, que quiere decir «jóvenes».

julio, juluis, en honor a Julio César.

agosto, augustus, en honor al emperador Octavio.

septiembre, del latín septem, que significa «siete».

octubre, del latín octo, «ocho».

noviembre, de novem, que significa «nueve».

diciembre, de decem, que quiere decir «diez», ya que era el décimo mes del antiguo calendario romano.

Tip de lengua: En español, los meses del año se escriben con minúsculas.

Las palabras y las imágenes de René Magritte

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Dos años después, una de las aportaciones más importantes a la historia del arte se publicó en el número 12 de La Revolución Surrealista: «Las palabras y las imágenes», en el que un inventario de correspondencias entre texto e imagen inauguraría el auténtico camino del artista: aquel de la reflexión sobre el vínculo entre el lenguaje, la imagen, el mundo y su significado a través de la pintura.1 La mayor parte de la información fue extraída de El mundo invisible de René Magritte, catálogo editado por Amigos del Museo del Palacio de Bellas Artes, México, 2010.

La traición de las imágenes, 1929

Magritte pensaba que la pintura tenía que servir para algo más que para sí misma, tenía que hacer pensar, provocar y liberar el pensamiento del observador para que adquiriera una visión nueva y aprehendiera el misterio de la realidad cotidiana; para lo cual, Magritte se adentró en el complejo mundo del lenguaje. Dieciocho son las ideas clave que expuso en «Las palabras y las imágenes», donde cada teoría va acompañada de una demostración, y en conjunto expresan la estrecha relación entre los objetos, las palabras y las imágenes, pero más aún, su autonomía, sus alcances y límites.

Así, Magritte lleva a cabo lo que Michel Draguet —experto en el tema— denomina «un desvío poético de lo evidente», que empezó por el simple análisis de la relación entre las palabras y las cosas, y culminó en la negación de toda posible equivalencia.

Si protestó contra cualquier interpretación psicológica o simbólica de sus cuadros, fue porque el pintor buscó precisamente despojar a las cosas de toda referencia significativa o sentido sobreentendido a través de una imagen que «resista cualquier explicación y que al mismo tiempo resista la diferencia».

Magritte tomó entonces un rumbo propio: cuadros-jeroglíficos de imágenes nítidas y coloridas en los que nada es casual, sino que se sustentan en una rigurosa lógica que lo separó del grupo surrealista de Breton. Dicha lógica se esconde tras sus «problemas de objetos», es decir, sus cuadros, en los que palabras, cosas y ámbitos colisionan, se niegan, se contradicen, pero que a la vez —en lo oculto— guardan afinidades profundas que, cuando se descubren, suscitan asombro y una visión renovada, un pensamiento contemplativo de su misterio.

Las etapas de la percepción

Bajo esta premisa del propósito de la pintura es que Nicole Everaert-Desmedt2 Nicole Everaert-Desmedt es maestra en Filosofía y Letras y doctora en Comunicación Social por la Universidad de Lovaina. Desde 1970 cuenta con la certificación del Centro Internacional de Semiótica y Lingüística y, actualmente, es profesora de la cátedra de Semiótica en las Facultés Universitaires Saint-Louis, de Bruselas. analiza las tres etapas por las que pasa el espectador al ver uno de los cuadros de Magritte:

l’ Orange —la naranja/warp

1. El reconocimiento. Hay cuatro factores en su pintura que facilitan que el espectador se adentre en el cuadro: a) el artista representa objetos comunes, familiares; b) los objetos son prototípicos, es decir, se muestran en su representación clásica; c) Magritte aísla los objetos de manera que sean fáciles de enumerar y describir; d) su estilo de representación es realista, objetivo; corresponde a nuestra forma de ver.

l’Acacia—la acacia/ warp

2. La sorpresa. Una vez que el espectador distingue los objetos que ve en la pintura, pierde de vista lo que creía conocer y reconocer tan fácilmente, pues las cosas se encuentran en un contexto que no les corresponde; lo familiar choca con un ámbito insólito, ajeno, que lo despoja de su identidad.

le Plafond—el plafón/warp

3. La liberación del pensamiento. Se da precisamente cuando el espectador se libera de su manera habitual de pensar para adoptar una percepción del misterio de las cosas o de semejanza con ellas. Ésta tiene un significado particular en Magritte: «El pensamiento “se asemeja” cuando se hace lo que el mundo le ofrece y restituye lo ofrecido al misterio sin el cual no habría ninguna posibilidad de mundo, ni ninguna posibilidad de pensamiento».

Pero el proceso interpretativo de la obra de Magritte no sólo se limita a estas tres etapas, sino que se apoya en un factor que intensifica la liberación del pensamiento que el artista se propone: el título —significante—, elemento integral del funcionamiento semiótico de sus pinturas, tanto, que Magritte y sus amigos —a quienes pedía propuestas de títulos— los elegían con el afán de que no explicaran el cuadro, sino que acompañaran a la imagen pictórica como un contrapunto poético y evitar así cualquier interpretación estereotipada. El título y la imagen encuentran con frecuencia un eco entre sí y se enriquecen, como en El seductor, en el que parece que es el mar quien seduce al barco, pero en realidad el barco seduce al mar y se hace de agua.

Entender una obra de Magritte consiste en seguir todas las pistas para adentrarse en el misterio. El pintor separa lo visible de lo decible, hace que las cosas y el contexto colisionen, se contradigan, se nieguen, únicamente para renovar el asombro ante su presencia en el mundo, para generar en el espectador ese «pensamiento de la semejanza», un instante en el que somos capaces de aprehender las cosas como seres totales, sin límites ni partes, sin causa ni efecto.

Magritte enfatiza la maravillosa ontología de cualquier cosa, aquella sin nombre ni lugar, ni nada.

Continúa leyendo sobre este gran pintor en Algarabía 83.


REFERENCIAS

  1. La mayor parte de la información fue extraída de El mundo invisible de René Magritte, catálogo editado por Amigos del Museo del Palacio de Bellas Artes, México, 2010.
  2. Nicole Everaert-Desmedt es maestra en Filosofía y Letras y doctora en Comunicación Social por la Universidad de Lovaina. Desde 1970 cuenta con la certificación del Centro Internacional de Semiótica y Lingüística y, actualmente, es profesora de la cátedra de Semiótica en las Facultés Universitaires Saint-Louis, de Bruselas.

Crédito imágenes: Magritte, La clave de los sueños, 1930.

Bizcocho, bombón y mango I

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—primera de dos partes—

A continuación, presentamos una selección de vocablos básicos —algunas metáforas, algunos eufemismos, otros… no tanto— de supervivencia para el visitante de la Ciudad de México: todos ellos, relacionados con la deliciosa, la no esquivable, la siempre nuestra: la comida.

ABREVIATURAS

adap. Adaptación euf. Eufemismo rel. Palabras / frases relacionadas
adj. Adjetivo frp. Frase popular s. fig. Sentido figurado
alb. Albur interj. Interjección sin. Sinónimos
ant. Antónimo náh. Del náhuatl sup. Superlativo
ap. Apócope met. Sentido metafórico var. Variante
cons. Consonancia neo. Neologismo v. Ver
corr. Corrupción onom. Onomatopeya
dim. Diminutivo prés. lin. Préstamo lingüístico
ej. Ejemplo

aguacates
s. fig., testículos. → sin. gumaros, tompiates, tanates, destos. → v. huevos.
— ¡Ay!, me duelen los aguacates porque la Vanesa me dejó con las ganas.

betabel
adj. Anciano. adap. y s. fig. de veterano. → sin. abuelo, ruco, rufles, vetarro, vetusto, vejete, antiguo, veterano, del año de María canica.
¡Con esas canas cada día te ves más betabel!

bisteces
corr. de ¿viste? Bisteces se usa en ocasiones para sustituir palabras relacionadas con el verbo ver.
¿Ya bisteces qué fácil es?

bizcocho
1. adj. Mujer u hombre deseables, guapos, bellos, hermosos, admirables. →sin. mami, mamacita, papi, papito, papacito, rey, reina, sabrosa. → ant. araña.
Ese hombre es un bizcochito, hasta ganas me dan de morderlo.
2. Vagina. → sin. panocha, vulva, pucha, río, tesorito. → v. pucha.
Qué rico bizcocho tienes, mamacita.

bombón
Guapa, guapo, atractivo. → sin. bueno, papi, mamacita, reina, rey, bizcocho. → ant. pinche, garra, feo, espantoso, del nabo, culero.
Hola, bombón, ¿a qué hora sales por el pan?

botana
Burla, escarnio, broma. → v. botanear.
A ver si se agarran a otro de su botana, yo ya me voy.

cacahuate
→ v. caca.
Espera a que salga el cacahuate, seguro te vas a sentir mejor.

cajeta
→ v. mierda.
Tirar papeles con cajeta fuera del bote es una cochinada, por eso luego se enojan las jefas.

calabaza
1. adj. Chistoso, hilarante, divertido.
Mi hermano era bien calabaza, hasta que se casó.
2. excremento → v. mierda.
Las calabazas anónimas abundan en las oficinas.

camote
Del náh. camotli. Raíz comestible cuya forma recuerda al pene, por lo que así se le conoce al miembro viril. → v. verga.
Ya estoy aburrida del camote, igual me aviento por una papaya.

coco
1. Con artículo el, monstruo mítico con el que se asusta a los niños para que se porten bien. Es probable que en México esta palabra esté asociada a las epidemias traídas por los conquistadores, conocidas genéricamente en náh. como cocoliztli, ‘enfermedades’. De esta forma, amenazar con la llegada «del Coco» significaba realmente la posibilidad de caer enfermo y morir.
→ rel. del cocol.
— Canción de cuna: «Duerme, mi niña/ Duérmete ya / Que viene el Coco y te comerá».
2. adj. Persona adicta a la cocaína, cocainómano, yonqui. → rel. Grapa, línea.
Qué coco era ese güey, tanto que hasta le tuvieron que operar la nariz.
3. Golpe en la cabeza dado con los nudillos; coscorrón. → rel. chipote, madrazo, putazo, zape.
Niño, te voy a dar un coco si te sigues portando mal.
4. Cabeza, cráneo. → sin. chontema, chonteca, caluca, sesera, choya, tatema, azotea.
Con tu coco y el mío algo se nos tiene que ocurrir.
5. adj. Inteligente o que tiene una habilidad notable en algo.
Julián es coco pa’ la física cuántica, aunque estudió Medicina.

var. cocos
Semillas de mariguana, de cannabis. → sin. coquitos, coquiux.
Separa los cocos para armar bien el porro.

coliflor
corr. y adap. de cola. Nalgas, trasero. → v. culo.
Oye, Juan, ¿a ti te gusta la coliflor o pasas?

chayo, chayote
1. Soborno ofrecido a las radiodifusoras y televisoras para favorecer la difusión del material musical de ciertos artistas, su uso se ha extendido a cualquier gremio. → sin. payola.
No importa que la canción sea mala, con el chayote lo arreglamos.
2. Nombre despectivo que se le da al souvenir de mala calidad.
Clásico, van de viaje y te traen un llaverito, ¡qué chayote!

chicharrón
Senos. → v. chichis
Tu novia tiene harto chicharrón, te has de dar unos atascones de miedo.

chile
1. Pene. → v. verga.
Ay, me dolió mi chilito, me pegué con el tubo de la reja.
2. Dicho de una persona inteligente, habilidosa, que no se deja de nadie.
¡Ya llegó el chile que los mantiene!

chorizo
1. s. fig. pene. → v. verga.
¿No quieres que te dé medio kilo de mi chorizo?
¡Ay, sí! Pero si ni a 100 g llegas.
2. Discurso o perorata. → var. de choro.
Y empecé a dar mi conocido chorizo acerca de la cruda realidad y que los aburro a todos.

fruta, de la
frp. Malo, pésimo, de mala calidad. → sin. de la chingada, del nabo, del nabisco, del cocol. → ant. de poca madre, chingón, fregón, chido.
Siempre que toca junta, me va de la fruta, y hasta la que no sabe me corrige.

cocol, del
Del náh. cocoliztli, ‘enfermedad’. Situación u objeto con mala connotación, incómodo, molesto, malo. → sin. del nabo, de la chingada, de la verga. → ant. de poca madre, chingón, fregón, chido.
La economía nacional está del cocol desde que me acuerdo.
Dijo el presidente: «Ejercer la política está del cocol».

despapaye
→ v. desmadre.
Qué despapaye se traían en la junta, no pude ni exponer mi tema.

dona
1. Vulva. → v. pucha.
Aunque me ruegue, esa dona no se remojará en mi chocolate.
2. Ano. → v. culo.
¡Me sudó la dona!, casi me cacha mi mujer.

durazno
adj. adap. de duro. → sin. difícil, arduo, recio, fuerte.
Tú te pones durazno y yo coopero con la papaya.

frijol
corr. de frío.
¡Brrr! ¡Qué pinche frijol está haciendo aquí afuera!

galleta, tita
1. adap. de gay. → v. puto.
Ese güey es bien galleta, no lo puede disimular.
2. Fuerza física, poder, masa muscular. → sin. cahuamo, mamey. → ant. blandengue, enclenque, tilico, chaqueto.
No sabía que tenías galleta… Estás mamadísimo.

var. echarle galleta
Esforzarse en alguna labor.
¡Échale galleta a la escuela, no seas huevón!

guayabas
Testículos. → sin. tompiates, tanates. → v. huevos.
Cuando tengo frío, me meto las manos en las guayabas y se me quita de volada.

guayabazo
Autoelogio.
No quiero que parezca guayabazo, pero soy experto en la materia.

guayabo, subir al / trepar al / bajar del
Fornicar. → v. coger.
¡Cabrón, ya bájate del guayabo, te van a dejar todito chupado!

hojaldra
corr. de ojete. adj. Mala persona, que no comparte, que no corresponde la amistad, que no es confiable, que actúa mal, que traiciona. → sin. ojete, ojal, mierda, culero.
Te viste muy hojaldra al no invitarme a la fiesta, ¡pero hay un Dios que todo lo ve!

Ésta es una selección de vocablos incluidos en El Chilangonario: vocabulario de supervivencia para el visitante de la Ciudad de México, disponible en Algarabía Shoppe


Imagen: GNU Free Documentation License

Detrás de la animación

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Existen, por otro lado, intentos más formales —y menos forzados— para explicar la personalidad de íconos de la animación moderna, así como la verdadera idea de los creadores al momento de establecer los argumentos de sus historias.

Garfield es una historieta creada por Jim Davis. Su primer tiraje —las publicaciones del cómic se hicieron en periódicos— se realizó en 1978. Con el tiempo, los personajes llegaron a tener su propio show de televisión.
El protagonista: un holgazán y cínico gato naranja. Sin embargo, el personaje que merece la atención de este artículo es, su dueño, Jon Arbuckle1 John Bonachón, en Latinoamérica.

Mucho se ha hablado sobre la personalidad del dueño de Garfiled y Oddie, así como del tipo de persona al que Davis quería representar por medio de Jon.

foto: garfieldminusgarfield.net

El sitio garfieldminusgarfield.net, creado en 2008 por Dan Walsh, está dedicado a analizar las extrañas conductas de Jon. Por medio de una compilación de escenas extraídas del cómic 2 Garfield Minus Garfield, Dan Walsh: Ballantine Books (2008). en las que la figura de Garfield es eliminada de cada cuadro, las conversaciones y los pensamientos del personaje quedan al descubierto. Lo que queda: un joven con desórdenes de depresión y esquizofrenia.

*

La serie animada creada por Bruno Bianchi en los años 80, Inspector Gadget, cuenta las aventuras de un superagente dotado de herramientas que se enfrenta de manera permanente a La Garra, su máximo enemigo, miembro de una organización criminal. Se comenta, sin embargo, que la idea original de Bianchi al crear esta historia era un tanto más profunda.

Según algunas fuentes, la historia del creador estaba basada en la idea de un agente que, en pleno cumplimiento de su labor, termina completamente destrozado en un accidente y es dado por muerto. Según esta teoría, el Inspector Gadget, tal y como se le conoce, es un robot creado para tomar la identidad del agente desaparecido, quien, en realidad, no estaba muerto, y que perdió la razón al enterarse de que su identidad había sido robada por un androide.

Con ánimos de venganza, éste se convierte en Dr. Gang y decide, a toda costa, acabar con el usurpador. «La Garra» —como se le conoció a Gang en Latinoamérica— es, entonces, el mismísimo Inspector Gadget.

*

Entre 1946 y 1958, uno de los atolones de las Islas Marshall 3 Ubicadas en el Océano Pacífico. fue zona de prueba de bombas nucleares; en 1984, el mismo espacio se convertiría en inspiración para la creación de una de las series animadas más populares de la actualidad.

El lugar: Atolón de Bikini.

Inspirado en las consecuencias que la radiación nuclear dejó sobre el ecosistema de la zona, Stephen Hillenburg desarrolló el argumento de una serie que le daría vida a objetos inanimados y les permitiría interacciones completamente surreales y cómicas con los animales que ahí viven: Spongebob Squarepants 4 Bob Esponja, en Latinoamérica.. El protagonista: una esponja de cocina cuyos mejores amigos son una estrella marina y una ardilla. Todos viven en el fondo del mar, exactamente en Fondo de Bikini.

El argumento de esta serie es reflejo de lo que Bianchi imagina que pudo haber pasado en una realidad paralela con las criaturas que habitaban la zona durante los experimentos nucleares llevados a cabo en la vida real.

Una de las muchas particularidades de la serie es que, en cientos de ocasiones y sin explicación lógica alguna, los personajes son expuestos a enormes explosiones.

Existen muchas historias más alrededor de las creaciones animadas y sus «secretos»; algunas ciertas, otras no tanto. Sin embargo, lo que es un hecho es que resulta siempre atractivo adentrarse en la mente del creador para comprender su obra y lo que hay detrás de ella. Aquí, sólo una probada de lo que hay más allá de la animación.


Referencias

  1. John Bonachón, en Latinoamérica.
  2. Garfield Minus Garfield, Dan Walsh: Ballantine Books (2008).
  3. Ubicadas en el Océano Pacífico.
  4. Bob Esponja, en Latinoamérica.

Bizcocho, bombón y mango II —segunda de dos partes—

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ABREVIATURAS

adap. Adaptación euf. Eufemismo rel. Palabras / frases relacionadas
adj. Adjetivo frp. Frase popular s. fig. Sentido figurado
alb. Albur interj. Interjección sin. Sinónimos
ant. Antónimo náh. Del náhuatl sup. Superlativo
ap. Apócope met. Sentido metafórico var. Variante
cons. Consonancia neo. Neologismo v. Ver
corr. Corrupción onom. Onomatopeya
dim. Diminutivo prés. lin. Préstamo lingüístico
ej. Ejemplo

*

huevo
Testículo. Se usa en plural: huevos. → sin. aguacates, blanquillos, bolas, destos, huesos, pelotas, tanates, tenates, tompiates, gumaros. → ant. pilas.
Casi todas las mujeres piensan que sólo tenemos pito y se olvidan de los huevos.

var. ¡a huevo!
Afirmación
¡A huevo!, tenemos boletos para el concierto!

var. de huevos
Genial, excelente, fantástico
Esta película está de huevos. Me encantó.

var. pocos huevos
Persona falta de valor, que no hace las cosas de frente.
Eres un pocos huevos, ven y dímelo en la cara.

var. ¡huevos!
interj. para mandar a alguien a la chingada.
¡Huevos, puto! A mí no me chingas.

jamón
Muslo, carne del muslo o las nalgas de una persona.
¡Tanto jamón para este triste par de huevos!

var. jamón, hacerla de
Hacerla de emoción, dejar a alguien en suspenso. → v. cardiaca, hacerla de tos.
Nada más te gusta hacerla de jamón, ¿verdad?

jícama
Dicho así de una persona que finge o pretende adoptar el acento fresa que otro grupo de personas han desarrollado naturalmente, quizá en busca de aceptación social.
La barista de Starbucks no puede negar la cruz de su parroquia, es una jícama.

mango
adj. Guapo, guapa, deseable, bien formada, con buen cuerpo, de buen ver. → sin. buena, bueno, mamacita, mamita, papi, sabrosa.
Híjole, ve nomás ese mango petacón que va tan solito.

mangos
Negación. No. → sin. nel, nelazo, nelson, nelson dijo Wilson cuando Johnson le pidió la llave Stilson, niguas. → ant. ¡a huevo!, simón, simonqui.
¿Me das de tu comida?
¡Mangos!

melones
Senos. → v. chichis.
Me fascinan tanto los melones, que debí apellidarme Beteta o Miramontes.

merengues
corr. de mero. En persona, uno mismo.
Esa reseña la escribo yo merengues, a mí me gustó esa película.

mole
met. sangre. Se refiere al aspecto espeso y rojizo de algunos moles.
Me salió mole de la nariz por tanto pinche calor.

mostaza
Mariguana. → v. mota.
Dicen que la mostaza no es adictiva y que es menos dañina que el cigarro.

muégano
adj. Persona imprudente, de quien es difícil deshacerse, que permanece junto a alguien o algo a pesar de ser inoportuna. También se aplica a las familias unidas que permanecen pegadas «como un muégano». → sin. plasta, melosos, que derraman miel.
Él viene de una familia muégano, por eso no entiende que necesitas tu espacio.

naranjas
Negación. → ant. simón, simonqui.
— Naranjas, contigo no voy a ninguna parte.

var. naranjas de Paraguay
frp. utilizada para decir que a alguien «no se le para», que no puede lograr una erección.
¡Apenas tengo 40 y ya puras naranjas de Paraguay!

nopal
→ v. naco.
No seas nopal, cabrón, usa los cubiertos y no hables con la boca llena.

orégano
adap. de oro.
Ayer me robaron el reloj y era de puro orégano, ¡chale!

papa
1. Comida, alimento en general. → sin. tragadera, pipirín.
Vamos a echar la papa, que ya me tripan las crujes.
2. adj. Persona que por indiferencia, por poca voluntad o por carecer de habilidad no puede ejecutar alguna actividad.
Es una papa para las matemáticas, sigue contando con los dedos y si le pides restar, olvídalo.
3. Mentira, falsedad, patraña.
¡Esa novela cuenta puras papas!

var. papas fritas
Persona que presume de ser habilidosa e inteligente.
¿No que era muy vivito, muy papas fritas?

papaya
Vulva. → sin. concha, coño, panocha, pepa, río, mono, funda, tesorito. → v. pucha.
Si hay que escoger una fruta, prefiero la papaya al plátano.

papita
Fácil, sencillo, de fácil realización.
¡Este examen estuvo papita!

pepino
euf. de pendejo.
¡Cómo eres pepino!, pasaste por alto tres errores ortográficos en una sola página.

plátano
Pene. → v. verga.
A ese chango le gusta el plátano, que no se haga.

queso, sito
Cigarro de mariguana. → sin. y rel. carrujo, toque, touch, llegue, jale, jalón, jaloncito, mastuerzo, pase, pasesito, bacha, tabique, tabiro; matabachas, mostaza, guato, ponchar, forjar, tronárselas. → v. churro.
Ármate un quesito pa’ chingárnoslo en la fiesta.

salchicha
met. Pene. → v. verga.
Qué salchicha tan grande tiene, ¿no se habrá operado?

salsa
adj. Retador, presumido, creído, eficaz, apto, hábil.
— Se creía un conductor muy salsa, y ya ves, murió por chocar contra un árbol.

tamarindo
Policía de tránsito, conocido así por su uniforme de color café. → sin. y rel. cuico, mordelón, oficial, polecía, policleto, tecolote, tira, azul, pitufo, trulla, grullero.
— Ya no deberíamos de decirles tamarindos porque ahora son azules.

torta
En plural, nalgas. → v. culo.
No sabes qué tortas tan ricas tiene ese güey, y mira que se ve bien planito.

tortilla
Lesbiana. → sin. tortillera.
Según yo, tenía novio, pero ahora resulta que es tortilla.

tunas
corr. y adap. de tú. Formas nominativa y vocativa de la 2a persona en singular: tú. → rel. miguel, tiburcio.
Si no es con tunas, yo no le entro a ese bisne.

verdolaga
adap. y cons. de verga. Pene. → v. verga.
Ese restaurante está de la verdolaga y eso que es bien mamón.

verdura
adap. y cons. de verga. Pene. → v. verga.
Esta colonia está de la verdura, a cada rato se va la luz.

Ésta es una selección de vocablos incluidos en El Chilangonario: vocabulario de supervivencia para el visitante de la Ciudad de México, disponible en Algarabía Shoppe.


Imagen: GNU Free Documentation License

De pop y masas: Roy Lichtenstein

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Pop Art. Surge en el Reino Unido a finales de los años 50, pero su pleno apogeo se dio en los ee. uu. durante la década de 1960.

Como una evolución del trabajo de plásticos como Duchamp, Picasso y Ray, el Pop Art es una corriente plástica caracterizada, a nivel material, por la yuxtaposición de elementos de composición y, a nivel de contenido, por la manifestación irónica, sarcástica, e incluso cómica, de las inquietudes de los artistas con respecto a su realidad y entorno social.

La inconstancia de sus técnicas ha sido motivo para que la comprensión de esta corriente artística devenga hasta nuestros días en diferentes y polarizadas opiniones.

El término Pop Art fue acuñado de manera oficial por la sociedad artística en 1962, durante un simposio organizado por el Museo de Arte Moderno, en Nueva York.

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Nueva York fue la cuna del desarrollo de un artista que, pese a lo que muchos ortodoxos puedan opinar, es hoy considerado por la historia del arte como uno de los hitos de la escena plástica del siglo xx. Su obra, cuyas características tienen que ver más con provocación que con estética, es una de las más representativas del reaccionario Pop Art.

Nacido en 1923, Roy Fox Lichtenstein1 1923-1997 fue, para muchos críticos de su época, uno de los peores artistas en toda la historia de los ee.uu.; para otros, ni siquiera alcanzaba la categoría de quien se hace llamar «artista». Hoy, a pesar de la diversidad de opiniones, la obra de Lichtenstein es considerada como una de las más importantes aportaciones que hizo el Pop Art a la historia de la escena plástica.

Ellos [los expresionistas abstractos] plasmaban cosas en el lienzo y respondían a lo que habían creado, a las líneas, a los colores y a las dimensiones. Mi estilo es completamente diferente, aunque la esencia al plasmar líneas es casi la misma. Es sólo que mis líneas, a diferencia de las de Pollock o las de Kline, no parecen caligrafía.2 De una entrevista para Michael Kimmelman, de The New York Times, en 1997.

Roy pasaba hasta diez horas diarias en su estudio. Pintaba casi de manera mecánica, como si con la mente hubiera trazado detalladamente las líneas a seguir sobre el lienzo. Inspirado en la producción de masas, los símbolos estandarizados y la implementación de estereotipos sociales de la que fue víctima su época, nadie puede recriminarle el haber replicado la forma de funcionamiento y manifestación de la sociedad en su obra, que era justamente así, como producida en serie, con elementos básicos que se repetían una y otra vez para proyectar, a su modo, lo odioso de los clichés de su alrededor: publicidad, arquetipos y consumismo sin sentido.

El uso de líneas negras en contornos, de colores primarios y de la técnica de puntos Ben-Day son las características más sobresalientes dentro de la forma de Lichtenstein, comprendida y aprendida hoy por cientos de artistas afines a la corriente que ayudó a construir; el fondo, debatido hasta nuestros días, se resume en sátira, ironía y parodia que cuestionaban a los estándares no sólo del arte, sino del «deber ser» de todas las cosas a su alrededor:

Enfoco mi interés en aquello que normalmente sería considerado como lo peor del arte comercial. Creo todo se resume en la tensión entre lo que parece ser tan rígido y los clichés, y el hecho de que el arte, en teoría, no «debe» ser como el mío.

Roy Lichtenstein (1966)

El trabajo de Roy le ha dado la vuelta al mundo, consagrándolo como uno de los artistas que, bajo las líneas del Pop Art, abrazaría a la parodia y crearía obras que, hasta hoy, son íconos de la cultura popular.

A continuación, presentamos una selección de las piezas exhibidas actualmente en museos de todo el mundo creadas por quien, contra todo pronóstico ⎯y contra la voluntad y deseo de cientos de críticos⎯ se convertiría, por la trascendencia de su obra, en hito del arte posmoderno.

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Head: Red and Yellow, 1962.
 Aceite en lienzo; 121.9 x 121.9 cm

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Picture and Pitcher, 1978.
 Bronce pintado y patinado;
 240 x 104.1 x 66 cm

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Alka Seltzer (ilustración), 1966.
 Grafito y touche en papel; 76.2 x 55.9 cm

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Landscape in Scroll, 1996.
 Aceite en lienzo; 263.5 x 125.7 cm

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Modular Painting with Four Panels, #7, 1970. Aceite en lienzo, 4 páneles; 108 x 108 pulgadas

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The Violin, 1976.
 Aceite en lienzo; 137.2 x 203.2 cm

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Interior with Mirrored Closet, 1991.
 Aceite en lienzo; 299.7 x 365.8 cm

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Crying Girl, 1964. Esmalte sobre acero; 116.8 x 116.8 cm Edition

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Man with Folded Arms, 1962.
 Aceite en lienzo; 177.8 x 121.9 cm

lich-rib

Standing Rib, 1962.
 Aceite en lienzo; 53.3 x 63.5 cm

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Painting with Statue of Liberty, 1983.
 Aceite en lienzo; 271.8 x 424.2 cm

lich-combat

The Combat, 1949.
 Pastel; 41.3 x 61.9 cm

lich-forget

Forget It! Forget Me!, 1962.
 Aceite en lienzo; 203.2 x 172.7 cm

lich-grr

Grrrrrrrrrrr!, 1965.
 Aceite en lienzo; 172.7 x 142.2 cm

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Blam, 1962.
 Aceite en lienzo; 172.7 x 203.2 cm

lich-waching

Washing Machine, 1961.
 Aceite en lienzo; 142.2 x 172.7 cm

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Hopeless, 1963.
 Aceite en lienzo; 111.8 x 111.8 cm

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Girl with Hair Ribbon, 1965.
 Aceite en lienzo; 121.9 x 121.9 cm


Crédito encabezado: Crying girl, 1963


Criaturas mitológicas

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Pobladora de los rincones del inconsciente, esta fauna se torna casi tangible a través del folclor, la cultura popular y los cuentos, leyendas y proverbios de cada pueblo, así como gracias a los textos de los autores, teólogos, antologistas, enciclopedistas, poetas y viajeros medievales. En un mundo inexplorado y tan poco conocido como el de la antigüedad, estos seres se antojaban tan reales como podrían serlo un lobo, una cabra o un ornitorrinco.

Alrededor del año 1000, estas criaturas comenzaron a proliferar en los capiteles y vitrales de los templos religiosos de Europa occidental. Al arribo del Renacimiento, la visión del mundo se transformó radicalmente: la ciencia y la moral se disociaron, la zoología se separó de la predicación y los animales reales pasaron a un plano diferente del de los imaginarios. No obstante, el progreso científico y cultural no hizo menguar la fascinación por estos seres ilusorios.

Es curioso el patrón de «hibridación» que existe en ciertos arquetipos que gozan de una excepcional difusión y longevidad; entre éstos, resaltan el unicornio —mezcla 
de caballo con animal astado—, el hombre con cabeza de animal, el animal con cabeza humana, el cuadrúpedo alado y el dragón —animal constituido a partir de reptiles como las serpientes o los cocodrilos.

Debido a que, a pesar del paso del tiempo, la fascinación por ellas no ha menguado, presentamos un «repertorio bestial» de doce criaturas míticas sobresalientes, a manera de diccionario:

Basilisco. Se trata de una bestia venenosa cuya mirada era letal: marchitaba las plantas, resquebrajaba las piedras y mataba todo lo que se ponía a su paso. Plinio «el Viejo» lo describió como un híbrido de gallo y serpiente, cuya sangre, se decía, tenía propiedades terapéuticas. Coronado como el rey de las serpientes en numerosos bestiarios medievales, es la encarnación de lo satánico y de la lujuria —que suele ser tan devastadora como este culebrón.

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Cíclope. Brontes, Estéropes y Arges, hijos de Urano
y Gea, constituyeron la primera generación de cíclopes
 en la Teogonía de Hesiodo. Eran artesanos de oficio y sus especialidades eran la metalurgia y la arquitectura. Podemos identificarlos como una raza de gigantes con un solo ojo en el centro de la frente. Se rumora que tenían un carácter de los mil demonios y que devoraban hombres, de lo cual da fe Ulises, el de la Odisea, cuyos compañeros fueron engullidos por Polifemo. Con eso de que «ojo que no ve…»

Centauro. Descendientes de Ixión y Néfele, los centauros eran bestias con cuerpo de caballo y torso y cabeza humanos que vivían en Tesalia. Las leyendas que los mencionan los describen como «seres primitivos, violentos y libidinosos —¿y cómo no serlo con el envidiable “atributo” del caballo?—, que se alimentaban de carne cruda y vivían en estado salvaje en los bosques o en los montes.» Quirón fue quien reivindicó a esta especie, ya que fue una criatura sabia y de carácter afable; no por nada fue tutor de los héroes Aquiles y Jasón.

Dragón. Esta criatura es, tal vez, la más difundida universalmente, pues está presente en casi todas las culturas antiguas. En el mundo occidental tiene una connotación negativa y generalmente se asocia con el fuego o con elementos diabólicos; en contraste, en
 Oriente es símbolo de felicidad y brinda protección contra los malos espíritus. En la América prehispánica, Cipactli y Quetzalcóatl —la serpiente emplumada— eran las versiones mexicas de esta criatura, mientras que Kukulkán era la maya. La imagen más conocida del dragón es la de un gran reptil alado de cuya boca emana fuego.

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Esfinge. Es una de las invenciones más célebres del Egipto faraónico. Su figura aparece en el arte egipcio a partir del reinado de Ra’jedef, a mediados del siglo xxv a.C., pero fue su sucesor, Kefrén, quien mandó construir el colosal monumento de Gizeh con su propio rostro. La esfinge es un claro ejemplo del animal con cabeza humana: posee el cuerpo de un león y, usualmente, la cabeza de una mujer. La esfinge griega poseía, además, un par de alas, así como rostro y pecho femenino. En el mito de Edipo, la esfinge de Tebas proponía un acertijo a
todo aquel que se dirigía a esta ciudad y devoraba 
al que no acertaba; Edipo resuelve el enigma y la esfinge, derrotada, se lanza de una roca y muere; así, esta criatura simboliza el misterio de la existencia humana… y quizá haya sido la primera histérica de la historia.

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Sirena. Las nereidas —y no es danzón— eran sensuales criaturas oriundas de los Balcanes que tenían cuerpo de mujer de la mitad hacia arriba y, como
 decía Rigo Tovar, «cola de pescado». Con 
frecuencia se les describía hermosas, de largos
 cabellos, cantando angelicalmente y merodeando 
las costas exhibiéndose en topless. Sin embargo, todo
 era un plan con maña: estas femmes fatales de la mitología tenían temperamento malévolo y explotaban al máximo sus dotes seductoras con los hombres que se hacían a la mar; los atraían con su canto y su atractivo y los ahogaban. Bien dicen que «más jalan un par de tetas…»

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unicornio. Dicen por ahí que sólo tiene un cuerno porque su novia es «medio» golfa. Cierto o no, según los bestiarios de la antigüedad, este animal gustaba de las muchachitas puras y castas, y se dejaba no sólo apapachar, sino amamantar por ellas —por eso se ha llegado a pensar que su 
asta tiene una connotación fálica o sexual—;
 de hecho, la única forma de atraparlo era
 valiéndose de una doncella como carnada. El primer registro sobre el unicornio se encuentra en un texto de Ctesias, el cual reseña a un animal salvaje cuyo único cuerno tenía poderes curativos; otras fuentes señalan la eficacia de éste como antídoto contra ciertos venenos. En Occidente, el unicornio se asocia con el intelecto, la pureza y la fuerza.

Conoce a otras criaturas mitológicas en Algarabía 55.

José Antonio Valverde es un diseñador gráfico que confiesa que le aterraba 
la oscuridad y, cuando las luces se apagaban, se escondía bajo las sábanas e imaginaba que un zoológico de monstruos lo acechaba. Por fortuna, ya entendió que el miedo es algo aprendido y así ha podido lidiar con sus monstruos…
 y hasta escribir un artículo sobre ellos.

Los arcanos en el tarot

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Presentamos los significados tradicionales que se le asignan a las cartas más importantes.

A pesar de que existe una gran variedad de mazos, en la actualidad el más difundido es el Tarot de Marsella. Este mazo tiene 22 arcanos mayores y cuatro palos de 14 arcanos menores. Toma su simbolismo del hermetismo renacentista, la mitología grecorromana y algunos temas del catolicismo.

  • Hay cuatro palos, cada uno consta de 14 cartas. Están numeradas del 1 o As al 10.
  • Las otras cuatro son el Rey, la Reina, el Caballero y el Paje (Joto). Pueden simbolizar la persona que tomará una decisión o realizará una acción.
  • El Rey simboliza la madurez masculina.
  • La Reina representa la madurez femenina.
  • El Caballero simboliza una propensión a un enfoque inmaduro.
  • El Paje representa un enfoque de aprendiz.

Los cuatro palos representan los cuatro elementos:

Palo Elemento Antecesor de Significado
Espadas Aire Espadas Sucesos violentos y agudeza intelectual
Copas Agua Corazones Emociones, romance y relaciones; lo femenino
Monedas o pentáculos Tierra Diamantes Lo físico, la riqueza, la salud y el crecimiento
Bastos o varitas Fuego Tréboles Pasión, voluntad y poder; lo masculino

Arcanos mayores o triunfos

Están numerados del 1 al 21, por lo general con números romanos.
A la primera –o última carta, El Loco– le corresponde el número 0, 22 o infinito.
Si las cartas aparecen invertidas, tienen un significado distinto que no siempre corresponde con el opuesto del arcano. Además es determinante la posición de una carta durante una lectura.

  • Cero/XXII/Infinito. El Loco. Un hombre que parece ser un bufón está a punto de caer a un precipicio y un perro está a sus pies tratando de alertarlo. Simboliza a un inocente que será salvado por la buena suerte, a una mujer que habla con la voz divina, o a un tonto que esconde extraños poderes. Es un símbolo de la inocencia, lo grotesco, la inspiración, locura, libertad, espontaneidad, el caos, la creatividad y posibilidades infinitas.
  • VI. Los Amantes. En el tarot de Marsella es un hombre que debe escoger entre dos mujeres, que simbolizan el cruce de caminos cuando hay que enfrentar una decisión difícil. Simboliza también el amor, las relaciones de pareja y los peligros de la tentación.
  • VII. El Carruaje. Un rey dirige un carro con dos caballos (o criaturas mitológicas). Símbolo de la victoria, conquista, control, guerra y dominación.
  • IX. El Ermitaño. Un anciano en una caverna sostiene una lámpara. Se asocia con la sabiduría, la introspección, soledad, retiro y búsqueda interior. Simboliza a alguien que busca algo, a un héroe o mentor.
  • X. La Rueda de la Fortuna. Una rueda de ocho o seis rayos con distintos animales y símbolos. Se asocia con la suerte, la fortuna, oportunidades y el ciclo de la vida. Todo lo que está arriba debe bajar; lo que está abajo subirá.
  • XI. La Fuerza. Una joven abre las fauces de una gran bestia (como un león). Simboliza el autocontrol, el valor, la amabilidad y la virtud sobre la fuerza bruta.
  • XII. El Colgado. Un hombre cuelga de una pierna y forma un 4 con la ora, mientras sus brazos forman un 3. Simboliza el autosacrificio y las paradojas. Puede asociarse con Jesús, Odín, Prometeo o Dionisos.
  • XIII. La Muerte o El Arcano sin Nombre. La muerte aquí significa el cambio profundo y la regeneración de los ciclos.
  • XV. El Diablo. Un Satanás hermafrodita ante dos figuras encadenadas. Es un símbolo de poder, sexualidad y conocimiento y la necesidad de moderar los excesos.
  • XVI. La Estrella. Una niña vierte un cántaro de agua en un río o sobre la tierra bajo un cielo estrellado. Se asocia con la esperanza, la fe, la suerte, altruismo, paz y alegría.
  • XXI. El Mundo. Una mujer baila junto a un ángel, un toro, un águila y un león, que bien pueden representar a los cuatro elementos o a los cuatro Evangelios. Es el símbolo del universo, la totalidad, armonía y completitud.

Para aprender más de este tema, lee el artículo “Algunas notas sobre el tarot” de Bernardo Bolaños en Algarabía 92, correspondiente al mes de mayo.

Palabras raras con historia

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Borborigmo

Para comenzar a escribir respecto a esta palabra es importante tener clara la diferencia entre estar adentro o estar afuera, así como sus implicaciones y consecuencias. Por suerte, el borborigmo lo sabe muy bien.

Recibe este nombre ese ruidillo producido por el movimiento de los gases en la cavidad intestinal. ¡Importante! Cuando están en camino a salir, o que nomás se andan *pasiando —si viste Plaza Sésamo, sabes la diferencia adentro-afuera—. Y bien, que el mencionado paseíllo pasa del grrrr, al borp borp; y por eso a los griegos se les hizo fácil llamarle βορβορυγμὀς, borborygmós, ‘ruido intestinal’. Por lo que acabo de mencionar, esta palabra es, sin lugar a dudas, una onomatopeya —es decir, una palabra creada a partir de algún sonido—, para este caso, en efecto, el de las tripas.

Para tener en cuenta: el ruido causado por estos gases alborotadores puede llegar a ser tan potente e intenso como el de los que logran obtener su libertad, así que, póngase abusado en la casa, oficina, elevador o cocina, ya que, ese sonido que escuchó, pueden ser simples e inofensivos borborigmos y no otras cosas.

Trivia

A ver, trivia, trivia: ¿qué significa la palabra trivia? Pues resulta muy fácil contestar: «un juego de preguntas», «una lista de datos», «un concurso de televisión». Pues claro, suena muy lógico, porque en muchas ocasiones hemos escuchado: «Responda la siguiente trivia». Y si buscamos en el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia de la Lengua encontramos que trivia viene de… ¡Ah, chingá! No está…

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Este… ejem, ejem… ¡Diablos! Tampoco está en el Clave, ni en El pequeño Larousse ilustrado, y mucho menos en el de Corominas. Pero déjenme ver qué traigo bajo la manga: ¡…ya está! Trivia, muy probablemente viene de trivial, que no sobresale de lo ordinario o común y es sabido por todos. Que a su vez viene de trivio, del latín trivĭum, que en la Edad Media se refería al conjunto de las tres artes liberales relativas a la elocuencia —gramática, retórica y dialéctica— que, junto con el cuadrivio —las artes liberales: aritmética, música, geometría y astronomía—, constituía los estudios que impartían las universidades. También significa división de un camino en tres ramales y el punto en que estos concurren.

Bueno, ya en serio, la palabrita esta no tiene registro, pero he aquí su historia: Allá por 1965, un grupo de exalumnos de Universidad de Columbia inventaron un juego de preguntas y respuestas relativas a la cultura popular. Pronto comenzaron a hacer estas competencias en contra de otras universidades. Los temas incluían desde temas de la cultura popular hasta especializados, según la facultad que competía. La idea de llamarle «trivia» tuvo que ver, sí, con la idea del trivio y cuadrivio de la Edad Media, pero también con el punto en que un camino se bifurcaba en tres: la dinámica del juego consistía en hacer la pregunta junto con tres posibles respuestas, de las cuales sólo una era la correcta. Años más tarde, y como la idea comenzó a pulular en todos los ámbitos, pronto se creo un juego llamado: «Trivial Pursuit», aquí con el significado de banal. En fin, que hoy en día hay muchas variantes de este juego, por ejemplo, en México lo conocemos como Maratón. Así pues, aquí la explicación de usar la palabra trivia para referirnos a un juego de adivinanzas, pero no de por qué no aparece en los diccionarios.

Tostón

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Tostón proviene del italiano testa —«cabeza»— y testóne es la palabra que se utilizaba para referirse a una moneda que ostentaba una cabeza o busto de algún personaje. En la Nueva España, el término lo heredó la moneda de cuatro reales, a la que se llamó tostón, pues en una de sus caras mostraba a Enrique iv; es decir, tenía un busto. Esta moneda de plata se popularizó en la época de la Colonia, no sólo en México, sino también en Centroamérica.

Ahora bien, el que a las monedas de cincuenta centavos, y en general a todo lo que vale cincuenta, se le denomine tostón, muy probablemente se debe a una relación un tanto intrincada: «un duro» era el término popular que se usaba para denominar un real de a ocho, es decir, que la mitad —un real de a cuatro— sería un tostón. Con el paso del tiempo, y cuando el sistema monetario estaba ya establecido en decimales, el peso —100 centavos— fue la moneda que equivalía al entero, por lo que naturalmente la de cincuenta centavos —su mitad— heredó el mote de tostón.

Antes de que las devaluaciones y el debilitamiento del peso nos hicieran contar en miles y millones, un tostón no era cualquier cosa, alcanzaba para mucho. En la libreta de cuentas de mi abuelita, que data de 1925, me encontré con que un tostón era suficiente para los camiones de ida y vuelta al centro o para diez madejas de hilo de zurcir. Cuenta mi mamá que un tostón le daba mi abuelo de domingo y con él se compraba su nieve en El Nevadito. Pero cuando me tocó a mí cobrar domingo, ya el tostón no valía gran cosa, aunque todavía alcanzaba para tres chicles Motita y un quinto de vuelto.

Aunque la moneda perdió su valor, la palabra tostón en México se usa como sinónimo de cualquier cosa que cuenta o totaliza cincuenta. Así, la expresión «llegar al tostón» hoy en día no sólo se aplica a haber juntado cincuenta centavitos —que en realidad no valen nada—, sino más bien a cumplir cincuenta años o, bien, a llegar a cincuenta de algo, lo que tiene un significado de meta cumplida, logro y gran orgullo.

Por el contrario, tostonear significa «malbaratar», como si vendiéramos en un tostón algo que vale mucho más. Y, peor aún, ser un tostonero nos dice que alguien es tacaño, cuentachiles o que ni siquiera merece más de esa suma.

❉❉❉

Tomado de Algarabía 50, «¿Arcaísmo?: tostón», año VII, octubre 2008, pp. 28-29.

Varias «veces», varios usos

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Cada una de ellas tiene un significado distinto; aquí las diferencias:

una vez: indica que la acción del verbo que la sucede ⎯siempre presentado en participio⎯ se realiza de manera inmediata:

uso: «Una vez terminado el juego, rey y peón vuelven a la misma caja.»

una vez que: esta locución conjuntiva indica posterioridad; sustituye a «cuando» o «después de que».

uso: «Y una vez que la tormenta termine, no recordarás cómo lo lograste, cómo sobreviviste.»

toda vez que: aunque el drae indica que esta locución conjuntiva significa lo mismo que la anterior,1 Unifica su significado como «supuesto que», «siendo así que». es importante precisar que esta última indica consecuencia; es similar a «puesto que» o «ya que».

uso: «Los aumentos para los empleados serán válidos a partir del siguiente periodo, toda vez que los presupuestos han sido aprobados.»

Unas que otras veces [algunas locuciones similares]:

  • a la vez: a un tiempo, simultáneamente
  • a su vez: por su parte
  • a veces: por orden alternativo
  • cada vez que: siempre que
  • de una vez: con una sola acción / palabra, definitivamente, al instante
  • de vez en vez / de vez en cuando: una que otra vez
  • en vez de: en sustitución de algo / alguien, al contrario
  • otra vez: repetida o reiteradamente
  • por vez: a su vez
  • tal vez: quizá
  • una que otra vez: alguna vez

@luigiwich

Referencias:
Diccionario Panhispánico de Dudas

Expresiones antiguas

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Presentamos algunas de estas expresiones y su uso, además de que se esclarece su significado.

Estar en babia. Estar distraído y como ajeno a aquello de que se trata.
babia (n. p.): territorio de las montañas de León, donde poseía una casa de campo un monarca español que tuvo fama de bruto y distraído. También se entiende como derivado de babieca —palabra de sonido expresivo— que significa bobo, tonto, tarado; quizá también está relacionado con baba.

Me dieron una bicoca. No me dieron nada, me dieron muy poco —por o a cambio de algo.
bicoca (del it. bicocca; y éste, de la batalla y lugar de Bicocca): fortificación pequeña y de poca defensa. Cosa de poca estima y aprecio. Ganga, cosa apreciable que se adquiere a poca costa o con poco trabajo.

Me importa un bledo. No me importa nada, no me interesa en lo más mínimo.
bledo (del lat. blitum): planta de unos tres decímetros de largo, con hojas triangulares de color verde oscuro y flores rojas, muy pequeñas y en racimos axilares; por extensión, cosa insignificante, de poco o ningún valor.

Es un bodrio. Que alguien o algo es horrible, feísimo, repugnante y repulsivo.
bodrio (de brodio; y éste, del alemán brod, caldo): caldo hecho con sobras de sopa, mendrugos, verduras y legumbres que de ordinario se daba a los pobres en las porterías de algunos conventos. Guiso mal aderezado. Cosa mal hecha, desordenada o de mal gusto.

Es una calamidad. Es una tragedia, una cosa horrible, muy mala.
calamidad (del lat. calámitas; y ésta, de colúmitas, contrario a incólume): desastre, suceso que causa pérdidas y sufrimientos graves.

Fumar como chacuaco. Fumar mucho, ser un fumador empedernido.
chacuaco (de lengua indígena, quizá náhuatl): horno de manga para fundir minerales, chimenea, conducto con humo.

Cabeza de chorlito. Alguien muy distraído, desmemoriado, aturdido, de poca inteligencia, torpe.
chorlito (de chorla, onomatopéyico): ave de aspecto compacto, de unos 25 centímetros de altura, patas largas, cuello grueso y pico corto y robusto. Vive en las costas y fabrica su nido en el suelo.

Caer como fardo. Se cayó de forma violenta, pesadamente, con gravedad.
fardo (etim. desconocida): lío grande de ropa u otra cosa, muy apretado, para poder llevarlo de una parte a otra. Se hace regularmente con las mercancías que se quieren transportar, cubriéndolas para que no se maltraten.

Es muy lángara (se usa sobre todo tratándose de mujeres). Es muy viva, taimada, aprovechada, que tiene segundas intenciones.
lángara, deformación de largo (del lat. largus): extenso.

Dormir como lirón. Dormir mucho, dormir de continuo o profundamente.
lirón (del lat. glis, gliris): mamífero roedor muy parecido al ratón, de unos tres decímetros de longitud, con una gran cola, pelaje de color gris oscuro en las partes superiores, blanco de las inferiores, espeso y largo. Vive en los montes, alimentándose de los frutos de los árboles, a los que trepa con extraordinaria agilidad. Pasa todo el invierno adormecido y oculto.

Más expresiones con palabras olvidadas en Algarabía 6.

¿Qué @#$^ %&* es arte?

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El significado de esta palabra tiene, al menos, nueve acepciones distintas: proviene del latín ars «artis», y refiere a la «virtud, disposición y habilidad para hacer algo», y al «conjunto de preceptos y reglas necesarios para hacerlo bien». Palabras como artefacto, artificio, artificial o artificioso contienen la partícula factus, -ficis, que se refiere a ‛hacer’; incluso, artesanía, artesano, artesa y artista, comparten todas el mismo significado de ‛saber hacer’.

María Moliner señala que arte es «la manera de cómo se debe hacer alguna cosa», por lo que «hacer algo con arte» implica el dominio del «saber hacer» —el famoso savoir faire francés—; por ello es posible acuñar conceptos como el arte de la caligrafía, el arte de la relojería, etcétera.

El drae, en su segunda acepción de arte, lo define como la «manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros». Es decir que, a raíz de dicha actividad, el hombre crea algo a lo que denominamos obra de arte, esa que contemplamos en museos o escuchamos en salas de conciertos, que aparentemente no tiene un fin utilitario, que pretende originalidad estética y belleza universal.

Pero recapitulemos, ¿de dónde salió toda esta concepción? Porque al tratar de definir qué es arte encontramos tal cantidad de paradigmas y conceptos que acaba por ser difícil saber a qué obra producida por el hombre se le puede llamar arte.

Aristóteles y Santo Tomás de Aquino coinciden en clasificar el conocimiento en teórico y práctico. Santo Tomás, a su vez, divide en dos las virtudes del entendimiento práctico: el arte y la prudencia; el arte —facere— hace ajeno lo propio y busca el bien de la cosa producida, mientras que la prudencia —agere— perfecciona al que obra; agrega: «el arte es la recta razón de lo factible, mientras que la prudencia es la recta razón de lo agible [...] la hechura es un acto que pasa a la materia exterior —como edificar, cortar, y cosas parecidas—, mientras que obrar es un acto que permanece en el mismo agente —como ver, querer, y cosas parecidas».1

Desde esta posición clásica, encontramos que el arte consiste en aplicar normas universales y, por tanto, necesarias a la obra para perfeccionarla. El artista, entonces, es un «hacedor», pero el arte no es simplemente hacer, sino un ‘saber hacer’, y el conocimiento y la intención es lo que distingue a un artista de un obrero o un operario, y a las obras de arte del resto de las cosas. Los que el hombre produce, según la filosofía clásica, se divide en obras bellas2 y no bellas.

Dentro de las artes bellas encontramos:

Las artes mayores son las obras más puras y simples; para los griegos eran seis: arquitectura, escultura, pintura, música, declamación y danza. La declamación incluye la poesía, y la música, el teatro. La cinematografía y, por extensión, la fotografía, ahora son considerados el séptimo y octavo arte, respectivamente.

Las artes menores no gozan de la simplicidad ni son un «fin en sí mismo» como las artes mayores, por ejemplo: las artes decorativas que no crean obras independientes, sino subordinadas al embellecimiento de objetos, espacios o edificios. Lo son, también, la gastronomía, la perfumería, la cristalería, la orfebrería o el arte plumaria.

Dentro de las artes no bellas tenemos:

Los oficios como el del zapatero, en los que la técnica, el manejo técnico y la tecnología producen objetos en serie en los que predomina un carácter utilitario. Para obtener dicha producción es necesario observar un conjunto de preceptos y reglas a lo cual se le denomina también arte —aludiendo a su significado de «cosa hecha»—; por ello podemos hablar del arte militar o las artes marciales.

A lo largo de los años y de la mano de las tendencias filosóficas, el arte se ha visto como algo que distingue a la humanidad, como sostuvo la soprano
Beverlly Sills: «Es la firma de la civilización», o que distingue al hombre, como decía el artista plástico Marcel Duchamp: «Es la única forma de actividad por la cual el hombre se manifiesta como verdadero individuo».

Ciertamente este tema incita a discusiones, polémicas y posturas conservadoras o radicales. Para Picasso «el arte es la mentira que nos permite comprender la verdad», y para ello hay que mantener la mente abierta aunque, a veces, nos falten elementos para calificar «esa cosa producida» como obra de arte; pero, eso sí, el autorretrato, al ser un género de la pintura como el bodegón o el paisaje, entre otros, es arte puro y miembro inequívoco de las artes mayores o bellas artes.


1 Santo Tomás, Suma Teológica I-II, cuestión 57, artículo 4.
2 La belleza y su definición, por razones de espacio y complejidad, se omitirán en este artículo. Baste partir de lo que dice Aristóteles: «lo que es visto, agrada», para iniciar una polémica al instante.


Como no hay mal que por bien no venga, Victoria García Jolly estudió en forma paralela a su carrera universitaria un poco de filosofía, teoría del conocimiento y algunos diplomados de historia del arte —por haber tenido la nefasta y fatal idea de que estudiar área uno sería más fácil— porque nunca entendió las derivadas y mucho menos las integrales; en física no le fue mejor; por lo menos el dibujo técnico le sirvió para ganarse unos centavos y entrenar la tekniké, que no el arte.


Diletante

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Si no eres un estudioso de la música, pero tienes todos los discos de los Beatles u otra banda e incluso practicas sus coros con la ayuda de un Guitarra Fácil, entonces hay para ti un término que, aunque empleado a veces peyorativamente, puede describirte con más caché que el simple amateur.

Según el drae, diletante proviene del italiano dilettante, gerundio del verbo dilettare y éste, a su vez, del latín delectare: ‘encantar, agradar, regocijarse’. Este adjetivo designa al «conocedor o aficionado a las artes, especialmente a la música»; también, a quien «cultiva algún campo del saber, o se interesa por él, como aficionado y no como profesional». María Moliner diría —más bruscamente de lo que algunos quisieran— que se aplica a «la persona que cultiva un arte por pasatiempo, sin capacidad suficiente para ejercitarlo seriamente».

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Ponte a prueba #110: Perdido en la traducción

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Si ya conoces nuestra sección Perdido en la traducción, seguro sabes el significado de estas palabras y este Ponte a prueba será pan comido.

 

Cinco palabras perdidas en la traducción

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La lengua es un ente vivo, crece y se adapta a las necesidades del hablante, de acuerdo con su cultura y su entorno. Así, es común que las personas incorporen palabras de otros idiomas para enriquecer su vocabulario y expresar sentimientos e ideas. En este texto te presentamos cinco palabras que hemos catalogada como «perdidas en la traducción», pues si bien conocemos su significado, no tienen un equivalente exacto en el español.

Es probable que hayas usado al menos uno de estos términos, y si no has utilizado ninguno o desconocías su existencia, es una buena oportunidad para incluirlas en tu vocabulario.

Kinky /’kiŋ-kē/. Este adjetivo data del año 1844, proviene del inglés y significa «retorcido». Desde la década de los 50, designa a la persona que prefiere prácticas sexuales y eróticas no convencionales —como fetichismo o sadomasoquismo.

Itacate /ita’kate/. El itacate, del náhuatl ihtácatl, es —en ciertas regiones de la República mexicana— una empanada rellena de frijoles o habas; pero en la mayor parte del país, y en casi todos los estratos sociales, designa una provisión de comida que el anfitrión —por una fiesta o una ocasión especial— ofrece a sus invitados para que la lleven a sus casas, o bien que hace llegar a quien no acudió al banquete: «Aquí está el itacate de la boda que te mandó mi abuela».

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Déjà-vu /deʒavy/. En francés, esta construcción se refiere a algo que es banal, sin originalidad: «Ce n’est que du déjà-vu» —que se traduciría como «esto es algo ya gastado, ya visto»—. Pero en otras lenguas, el uso más común es el de la impresión de haber vivido en el pasado una situación presente, llamada así, déjà-vu —al que, por lo mismo, los franceses se refieren como l’impression de déjà-vu—. El nombre clínico del fenómeno causado por la fatiga en el cerebro que provoca la confusión de situaciones y las mezcla, es paramnesia.

Siesta /si’estə/. De origen latín —sexta hora, ya que los romanos solían dormir a mediodía, la «sexta hora del día»—, este vocablo que, según el dem, significa «periodo después de la comida del mediodía, cuando el calor es más intenso, que se dedica al sueño», cuando es usado en otras lenguas se hace, ya sea con la voz española siesta o, bien, con alguna adaptación a la lengua correspondiente, como es el caso del francés «faire la sieste» —«hacer la siesta»—.

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En inglés encontramos, por su parte, la palabra nap, sin embargo, muchas veces se utiliza el término siesta, que es más específico en términos de «breve sueño después de comer»: «Hindus and Argentines sleep firmly from twelve till one / but Englishmen detest a siesta».

Meraki /meráki/. Del griego, adjetivo utilizado para describir algo en lo que se pone mucho empeño, creatividad o amor; cuando dejas algo de ti en lo que haces, cualquier cosa que ésta sea: por ejemplo, preparar una comida, arreglar un cuarto, decorarlo, editar Algarabía, etcétera —vamos: hacerlo «con amor».

Díscolo

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No quisiera ser díscolo de palabras, pero este difícil término me ha hecho sufrir tanto, que escribo en un estado muy díscolo y reconozco haberme portado muy díscolo con todos.

Según el Diccionario de la Real Academia Española, díscolo significa «desobediente, indócil». Sin embargo, aunque su definición sea difícil de encontrar, 
me he dado cuenta de que díscolo tiene varios significados distintos en el habla común.

Mi prima, por ejemplo, me dice que soy muy díscolo cuando se trata de compartir secretos, recetas y fórmulas, en el sentido de ser «tacaño», «codo», «mezquino», «ruin», «miserable», «avaro», «cicatero», «roñoso», «menguado», «cutre», «endurador», «verrugo», «guardoso», «parvífico», «cenaaoscuras»… ¡Cuánto me quiere! Ya lo sé.

También son díscolos aquellos que no comparten 
su lunch, como el sargento Juan Garrison, que no lo compartía con el Agallón Mafafas en «Los Polivoces»,
 y por eso le decía: «¡No sea díscolo, mi muchachito!».

Por otra parte, el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico de J. Corominas y J. A. Pascual dice que díscolo es un arcaísmo antiguo y viejo de verdad, pues ya en latín —dyscolus— era una palabra poco usada por los griegos, que refería a ser «malhumorado, de trato desagradable». No se halla ni en La celestina, ni en Cervantes, Nebrija o Góngora; y entró a nuestro idioma español hacia 1710. Incluso existe una comedia de Menandro llamada El díscolo —también conocida como El misántropo—, de la que el propio Molière hizo una nueva versión siglos más tarde.

Un díscolo también puede ser un amargado que 
odia al mundo y, si se odia al mundo, es natural estar malhumorado, ser indócil, tacaño y, por lo tanto, díscolo.

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Chabacano: ¿español de trapo?

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No me refiero a ese fruto, primo del durazno, pequeño, de origen chino y textura aterciopelada; ni tampoco a la estación donde cruzan las líneas 2, 8 y 9 del metro de la Ciudad de México. Hablo de una lengua que los estudiosos han llamado «criolla», derivada de la combinación del español con los recursos gramaticales de lenguas filipinas distintas, como el tagalo y el cebuano. Algo así, como un «español filipino», poco comprensible para los hispanoparlantes.

Al igual que otras lenguas criollas —el criollo de Haití frente al francés, el criollo de Cabo Verde frente al portugués, el criollo de Suriname y Nigeria frente al inglés—, el chabacano ha sido considerado como una versión informal —en este caso, del español—, o bien, como el resultado de la incapacidad de las poblaciones subyugadas de aprender la lengua dominante. Por tanto, continuamente se le refiere de forma despectiva, con expresiones como: «español de trapo», «lengua de tienda» o «español machacado». De hecho, la palabra chabacano proviene del adjetivo homónimo cuyo significado es «vulgar» o «de poco valor».

Esta lengua se utiliza sobre todo al sur de Filipinas, en Zamboanga —la ciudad latina de Asia—, y se trata del idioma oficial de Malasia. Su origen se remonta al siglo xvii y se conformó a partir de la mezcla del idioma de novohispanos, filipinos y el español de los capataces; según el censo demográfico del año 2000, hoy es hablada por 607 200 personas. Aunque, por la cantidad de hablantes, esta lengua está aún lejos de extinguirse, el país ha hecho importantes esfuerzos por preservarla e impulsarla: por ejemplo, a partir de la promoción de las letras impresas para la existencia de una ortografía definida, planes de estudio que incluyen la enseñanza del chabacano, difusión por radio y televisión, etcétera.

Finalmente, para comprobar, como dicen orgullosos los hablantes de esta lengua, «que el chabacano no es un español simplificado, sino que el español es un chabacano complicado», aquí algunas de sus características:

  • Comparte 60% del vocabulario del español.
  • Usan todos los pronombres utilizados en español con algunas variaciones.
  • En general, como muchas otras lenguas criollas, en chabacano no se hace uso del género gramatical.
  • No utiliza los verbos ser y estar del español. En chabacano: «¿Cosa tu nombre?» significa «¿Cuál es tu nombre?»

Una muestra de la cantante Maldita —ése es su nombre— y una de sus canciones, para que practique usted su chabacano:

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